¡El ser humano toma lácteos desde hace más de 3.200 años!

¡El ser humano toma lácteos desde hace más de 3.200 años!

 

  • El hallazgo de un queso sólido, en el interior de una tumba del antiguo Egipto, se convierte en la muestra más antigua del mundo
  • Demuestra la presencia de productos lácteos dentro de la dieta humana en Europa

 

Fuente: Xakata

Un grupo de arqueólogos han encontrado la muestra de queso -elaborado con leche de oveja o de cabra- más antigua del mundo. El hallazgo, de 3.200 años de antigüedad, se produjo en el interior de la tumba de Ptahmes y pudo reconocerse tras una identificación biomolecular de sus proteínas. El descubrimiento demuestra la presencia de productos lácteos en la dieta humana en Europa.

La técnica “análisis de lípidos” permite tratar las capas de alfarería antigua e identificar las grasas absorbidas por la arcilla. En este punto, el equipo de arqueólogos puede descubrir qué alimentos han sido cocinados o procesados en su interior. Aunque no es posible identificar de qué animal son las grasas encontradas, se pueden distinguir aquellas procedentes de productos lácteos.

 

El histórico rol de los lácteos en los hábitos alimenticios

Diferentes estudios realizados en el ADN de esqueletos humanos prehistóricos -procedentes de diferentes puntos de Europa- sitúan las primeras apariciones del gen de la lactosa (LCT) en torno al año 2.500 a.C. Este gen permite que los adultos sigan produciendo lactosa. A pesar de ello, existen muchas pruebas que demuestran que ya se consumía leche en el Neolítico (6.000 – 2.500 a.C. en Europa).

Por ejemplo, en la parte reservada para banquetes de Durrington Walls, no muy lejos de Stonehenge -procedente también del Neolítico- se encontraron restos de productos lácteos en un tipo concreto de recipiente y concentrados en la zona alrededor de un círculo de madera, un tipo de monumento de finales del Neolítico.

Sin embargo, a partir de la Edad de Bronce la tolerancia a la lactosa ofrecía una ventaja a aquellas personas que podían transmitírsela a sus descendientes. Esta ventaja no se debía solamente a la capacidad de poder consumir más calorías y nutrientes, sino por el estatus especial adquirido por los productos lácteos. El desarrollo de esta adaptación biológica a la leche fresca tuvo lugar después de que los humanos hubieran encontrado formas seguras de incluir productos lácteos en sus dietas.

Esto demuestra que los humanos no solamente son capaces de manipular alimentos para hacerlos comestibles, sino que lo que consumimos también puede hacer que nuestra biología se adapte de nuevas maneras.